Barcelona

La multidisciplinariedad es la yuxtaposición de disciplinas que favorece una mejor comprensión de un objeto de estudio. La interdisciplinariedad implica el diálogo enriquecedor entre las distintas disciplinas y tiene como meta la transdisciplinariedad, como ubicación y maduración de todo el saber en el espacio de la sabiduría. Son términos largos y algo difíciles de decir, pero esta complejidad formal revela un fondo también complejo.

El Ámbito de Investigación y Difusión María Corral, que cuenta con el asesoramiento de la Universitas Albertiana, ha celebrado su cuadragésimo aniversario y la 235 Cena Hora Europea. Estas cenas-coloquio, que se han realizado en diversos países, durante un tiempo llevaron por subtítulo “encuentros interdisciplinares” puesto que los ponentes de cada cena-coloquio proceden siempre de diversas disciplinas.

Pero, ¿es posible un diálogo interdisciplinar fecundo si habitualmente se desconocen los postulados de las disciplinas que entran en conversación? La respuesta inmediata sería “no”. Si no conocemos de donde parte nuestro interlocutor, difícilmente podremos avanzar en el diálogo con él. Si este no es posible, tampoco lo sería la transdisciplinariedad. Nos quedaríamos en la simple yuxtaposición de disciplinas y perderíamos el horizonte universal de la universitas.

No obstante, las Cenas Hora Europea se han mostrado pioneras en este modo de conversar y han demostrado que el diálogo interdisciplinar es posible si se cumplen algunas condiciones.  En primer lugar, los coloquios se dan alrededor de un ágape festivo, en una mesa sencilla pero elegante y agradablemente dispuesta.  En segundo lugar hay un moderador que, a diferencia de ciertas tertulias radiofónicas o televisivas, no busca la confrontación de los ponentes, si no su complementariedad. En tercer lugar, los temas son humanos, de interés general, y los ponentes suelen proceder de ámbitos humanistas. Todo ello motiva un diálogo sereno, sin acrimonias, constructivo, que busca la complicidad del interlocutor y también del público asistente. Finalmente, en estos años, muchos de los ponentes han repetido y se conocen, e incluso son amigos y previamente han tenido contacto con el moderador y se han distribuido los enfoques del tema. Y, como dice Alfredo Rubio, promotor de estas Cenas, en su libro 22 historias clínicas –progresivas– de realismo existencial, cuando las personas se sienten queridas, se entienden, y todo ser es digno de amor por el sólo hecho de existir. En el coloquio abierto que sigue a las intervenciones de los ponentes, se escuchan, así mismo, testimonios procedentes de distintas disciplinas. En general el público sale de estos coloquios –que empiezan a las 20h y acaban a las 23– con el convencimiento que han sido fuentes privilegiadas de aprendizaje gratificante.

Si deseamos diálogos universitarios verdaderamente interdisciplinares, hemos de ingeniar otros formatos académicos, más allá de la frialdad de muchas aulas y de la simple yuxtaposición de ponencias desde un estrado a menudo alejada del público. La frialdad del racionalismo es un obstáculo a la riqueza del diálogo entre saberes.

Sólo desde la interdisciplinariedad se puede alcanzar la transdisciplinariedad. Como defiende el historiador de la cultura Josep Maria Benítez, en el itinerario intelectual hay que pasar del texto al contexto y de este al metatexto, es decir, a lo que está más allá del texto objeto de estudio.

Jaume Aymar