Justicia restaurativaLuis tiene quince años y sale con la bicicleta a dar una vuelta por el pueblo, hay poco tránsito y se anima a pedalear por la carretera que divide la villa en dos. En una curva un camión lo adelanta, Luis pierde el equilibro y cae por un barranco, afortunadamente pequeño. El conductor del camión no se da cuenta de nada y sigue con su rutina. Luis solamente se quiebra un brazo, pero debe esperar a ser socorrido porque nadie ha visto el accidente. Este caso, real, sirve para reflexionar que muchas veces, ante situaciones de dolor, aun existiendo víctimas, quien ocasiona el daño no se da cuenta, no lo sabe, no es consciente de ello.

La justicia restaurativa busca una respuesta sistémica a situaciones de daño, procurando así la reparación y no el castigo. Se contrapone a la justicia punitiva y supone un cambio de mentalidad que invita a renunciar a la sed de represalias. “La justicia implica perdón, si no es venganza”, repetía a sus discípulos Julio Chana, abogado y académico chileno, quien fuera el primer decano fundador de la Escuela de Economía de la Universidad Católica de Chile.

La visión sistémica procura comprender el problema que ocasiona el daño, más allá de la falta concreta y facilitar que las personas y las instituciones realicen procesos que les permitan, no sólo no repetir las mismas situaciones dañinas, sino que prevenirlas y comprenderse las partes. Es así que se habla más de ofensor que de culpable y que se trabaja con las víctimas para que sanen su dolor como parte del proceso. Se realiza una mediación para que las partes se acerquen entre sí y se las invita a que participen en la resolución del caso. La justicia restaurativa no se ciñe a los principios legales abstractos, busca soluciones distintas para cada caso, porque efectivamente los dolores de las personas son únicos.

Aplicar justicia restaurativa no es un cambio inmediato, pero es muy efectivo porque es sanador. Está comprobado que una de las emociones más dañinas que podemos tener los humanos es el rencor y la rabia, ellas vienen de la impotencia. La justicia restaurativa busca precisamente trabajar para que las personas reviertan estas emociones. Un ofensor que logra hacer un proceso y se arrepiente sinceramente de su comportamiento equivocado o dañino, le duele profundamente su falta o error, se hace cargo de sus acciones y busca reparar ese mal.

Muchas veces las personas somos ignorantes de los males que podemos cometer, del daño que hacemos a otros. Otras actuamos por miedo, otras simplemente por límite o enfermedad. En el mundo de los culpables hay un número importante de ellos que nunca descubre el origen de sus comportamientos, que nunca pide perdón, que no tiene acceso a generar un cambio en sus vidas o a poder recibir un tratamiento adecuado. Es sabido que cuando una persona es castigada no necesariamente aprende y que la cárcel torna a las personas peores, por eso aprender a perdonar y aplicar justicia restaurativa forma parte de la tan necesaria cultura de la paz. La práctica restaurativa debe introducirse en nuestras relaciones desde nuestra tierna infancia. Entre un niño o niña que aprende a vengarse y otro que aprende a restaurar y resarcir, hay un salto cualitativo que nos urge.

Elisabet Juanola Sória