Arte en tiempo de guerra. En situaciones límite el ser humano continúa siendo capaz de crear bellezaEn el semanario La Vanguardia del pasado 7 de febrero hay un reportaje que lleva por título “Tanco els ulls i torno a l’Ebre”. Su protagonista es Joaquim Oller Viladrosa, superviviente de la “quinta del biberón” que el 20 de octubre cumplirá 96 años. Cuando lo movilizaron tenia 17 años y seis meses.

El autor del reportaje, Domingo Marchena, después de la conversación con Oller, describe con viveza: “el silvido de la metralladora, el vuelo bajo de los aviones, el picor de los piojos, grandes como granos de arroz, y la escasez de comida y la sed angustiosa, eran tan poderosas que a veces se sobreponían, incluso al miedo omnipresente. Miedo a que te mataran o de haber matado, de morir de tifus, que te confundieran con un desertor, que te fusilaran por derrotista, después de haber desertado”. Una pintura realista representa dos soldados que llevan un herido en un litera; otra, expresionista, lleva por título “La tragedia de la batalla del Ebro”.

El propio autor explica “la figura central con casco, es la calavera de un chico de 17 años. A la izquierda hay otro militar que se desangra. Y a la derecha, una fila de soldados, bajo el terror de los comisarios políticos, que los azuzan contra los aviones y los tanques”. Esta pintura se parece sorprendentemente a la de otro superviviente de la quinta, el badalonés Francesc Costa Amigó. Francesc se ha dedicado plenamente a la pintura expresionista.

Con las notas manuscritas, los cuadros y los bocetos, ha publicado Notes d’un soldat. A la Guerra Civil- 1938/1939 (2012), con traducción francesa. Sus descripciones son minuciosas y exactas. Costa describe el frente, los bombardeos, las trincheras, el hambre, la sed, la suciedad, el miedo, el pánico, el silencio, la crueldad humana. Lo hace con tanta viveza que se hace casi imposible abandonar la lectura. Joaquín también está dictando sus memorias a dos de sus hijos. Todavía habrá que esperar un poco para conocer sus vivencias, pero seguro que descubriremos nuevas concomitancias.

El 12 de octubre de 1939 Francesc Costa, finalmente, pudo volver a Badalona y abrazar a sus padres; todavía le quedaban cuatro años de mili, no lo sabía, pero para él aquel día se acabó la guerra.

La “quinta del biberón” movilizó 30.000 jóvenes, mayoritariamente catalanes. Otros fueron Josep Maria Ballerín, Josep Benet y Joan Perucho. Personas que después han sobresalido en la vida religiosa, política y cultural.

Este año que hará 80 que estalló la guerra civil (1936 a 2016), es bueno recuperar testimonios como los de Joaquim y Francesc que nos muestran cómo en situaciones límite el ser humano continúa siendo capaz de crear belleza -trágica, pero belleza-, de levantar la cabeza y de perdonar.

 Jaume Aymar Ragolta