sociedad - Universitas Albertiana https://universitasalbertiana.org/tag/sociedad/ Una asociación cultural formada por personas que comparten su conocimiento y experiencia por una sociedad más justa, solidaria y humana. Tue, 12 Jul 2022 17:01:58 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.5.2 https://universitasalbertiana.org/wp-content/uploads/2021/09/cropped-logo_512-1-32x32.png sociedad - Universitas Albertiana https://universitasalbertiana.org/tag/sociedad/ 32 32 ¿Vivimos en una sociedad suficientemente madura? https://universitasalbertiana.org/2021/09/vivimos/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=vivimos https://universitasalbertiana.org/2021/09/vivimos/#respond Mon, 20 Sep 2021 21:26:36 +0000 https://universitasalbertiana.org/?p=3666

Àngel Puyol es pregunta: Vivim en una societat prou madura?

Vídeo elaborat per l’Associació de Publicacions Periòdiques en Català (APPEC) per a la revista Valors.

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El tiempo y la vida https://universitasalbertiana.org/2021/09/el-tiempo-y-la-vida/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=el-tiempo-y-la-vida https://universitasalbertiana.org/2021/09/el-tiempo-y-la-vida/#comments Fri, 17 Sep 2021 08:37:30 +0000 https://universitasalbertiana.org/?p=3698

Seminario a cargo de Josep M. Esquirol, Profesor de filosofía de la UB
Autor de La resistencia íntima (2015) y El respirar de los días (2008)
Moderadora: Natàlia Plá

El objetivo del seminario es profundizar sobre el valor y el sentido del tiempo real para ser conscientes y gestionarlo correctamente.

Hay que aplicar el tiempo de forma adecuada ante los cambios constantes de la sociedad: ritmo acelerado, situación laboral, ocio forzado, incremento de paro, aplicación de nuevas tecnologías …

Esta nueva realidad pide asumir una concepción de los tiempos de una manera responsable para conciliarlo tanto en la vida personal como social.

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¿Qué es dontknow? https://universitasalbertiana.org/2021/09/que-es-dontknow/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=que-es-dontknow https://universitasalbertiana.org/2021/09/que-es-dontknow/#respond Tue, 14 Sep 2021 22:12:32 +0000 https://universitasalbertiana.org/?p=3689

¿Quién nos enseña a decidir? ¿Dónde aprendemos?
dontknow te ayuda … tú decides
https://www.dontknow.net

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Corresponsabilidad ante el Covid-19 https://universitasalbertiana.org/2020/04/corresponsabilidad-ante-el-covid-19/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=corresponsabilidad-ante-el-covid-19 https://universitasalbertiana.org/2020/04/corresponsabilidad-ante-el-covid-19/#comments Wed, 15 Apr 2020 19:46:46 +0000 https://nova.universitasalbertiana.org/?p=2832 El confinamiento está provocando un triple efecto en la sociedad: conciencia sobre la importancia de las cosas pequeñas con foco en la vida cotidiana, valoración de la familia y el grupo de referencia que nos apoya de cerca, y también una mayor lucidez sobre la unidad planetaria de los seres humanos, para bien y para mal. Las tres dimensiones, como círculos concéntricos, son complementarias y auténticas; y nos conducen a una corresponsabilidad en lo pequeño, lo mediano y lo grande.

Estar 24 horas al día en el mismo ambiente y sin poder acercarnos a los seres queridos en una pérdida (por ejemplo, cuando alguien cercano muere), nos hace calibrar la salud, la importancia del abrazo, del llorar juntos. El sol de primavera nos hace anhelar algo tan simple como salir a dar un paseo por el parque; un cumpleaños celebrado por videoconferencia nos hace patente el valor de reunirnos físicamente para comer juntos y celebrar… Este progresivo valorar lo más inmediato de la existencia, lo más cercano a nuestro cuerpo, el cara a cara, es un paso importante para una sociedad hasta ahora volcada en lo accesorio, lo superfluo, lo aparente.

La familia extendida y los grupos intermedios crecen en valor a nuestros ojos. Las ayudas y el soporte son mucho más fáciles si las familias y comunidades o grupos están vivos y articulados. ¡Y qué tremendo es este momento para quien no tiene este espacio social inmediato de referencia!

También crece la conciencia sobre nuestra vinculación con todos los seres humanos del planeta, sin que importen las fronteras, la raza, el género… En la sociedad global en la que vivimos, interconectada de mil maneras, queda más evidente que nunca que las decisiones de unos cuantos impactan en la vida de todos. Cualquiera puede contagiarse, cualquiera puede contagiar. Eso sí, con la particularidad de que las personas mayores son mucho más vulnerables que los demás.

¿Qué podemos hacer las personas “de a pie” con todas estas experiencias? ¿Realmente están en nuestras manos algunas acciones que ejerzan un efecto positivo, de algún modo, en el conjunto de la sociedad?

A mi entender, podemos mucho, al menos en dos aspectos:

  1. En el nivel pequeño:

a. Mantenernos saludables y seguir los protocolos de prevención para evitar contagios (confinamiento, distancia física, higiene, mascarillas para salir, limpieza de los artículos comprados…)

b. Profundizar en nuestra espiritualidad y reencontrar las propias raíces personales, estabilizándonos y reduciendo el estrés.

c. Proteger especialmente a nuestros mayores. Con prevención específica y también con actividad física, alimentación adecuada, etc.

d. Con las medidas de distancia social cuando salimos ocasionalmente, etc.

e. Acompañar a las personas más solitarias o que puedan tener dificultades especiales por su edad o condición.

  1. En el nivel intermedio:

a. Si somos parte de instituciones, asociaciones o grupos, participar de manera consciente en la reflexión interna para lograr no sólo ayuda mutua y servicios a la sociedad, sino también opinión interna y si es el caso, propuestas a la administración pública.

b. Participar en esas propuestas de manera corresponsable para que a la sociedad no le falte la aportación de los cuerpos sociales intermedios.

  1. En el nivel amplio:

a. Estar debidamente informados (ni con exceso ni con defecto)

b. Evitar las cadenas y sobrecarga de las redes, y por supuesto evitar la difusión de noticias alarmantes y falsas

Nuestra participación consciente es importante, aunque parezca que somos una gota de agua en el océano. El océano está formado, precisamente, de gotas aportadas por mucha gente. Sin esa gota, el océano sería más pobre.

Leticia Soberón

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Cambio de paradigma, salto cualitativo, nuevo orden https://universitasalbertiana.org/2019/12/cambio-de-paradigma-salto-cualitativo-nuevo-orden/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=cambio-de-paradigma-salto-cualitativo-nuevo-orden https://universitasalbertiana.org/2019/12/cambio-de-paradigma-salto-cualitativo-nuevo-orden/#comments Tue, 10 Dec 2019 13:32:54 +0000 https://universitasalbertiana.org/?p=3801

En la editorial de octubre 2019, se planteaba el desafío de un salto cualitativo de la democracia, un cambio en el paradigma organizativo de la sociedad tal como lo hemos vivido hasta ahora. La coyuntura mundial nos está colocando en el lugar preciso de darlo, se ve abismante, un gran salto, un nuevo orden. A pesar de que venimos diagnosticando hace mucho que el “sistema” necesita cambios profundos, todavía no tenemos soluciones y es como si no nos atreviéramos a decir en voz alta lo que tendría que suceder, o quizá… no lo logramos imaginar, no logramos permitirnos pensarnos de otra manera.

Vemos peticiones muy concretas que apuntan al término de absolutismos ocultos y abusos de poder del sistema, esa es una pista muy clara de lo que queremos como sociedad. Cualquier estructura, casi por el hecho de serlo, es cuestionada, los lazos, los vínculos se construyen en confianzas. Esa es otra pista.

¿Qué es lo que tiene que cambiar?, ¿dónde nos apoyamos?, ¿para construir qué?

Haciendo un ejercicio imaginativo en clave de ciencia ficción, si tuviéramos la posibilidad de vivir en un mundo ideal, ¿cómo lo imaginamos?, ¿cómo haríamos el trazado de las avenidas de una sociedad cero quilómetros?, ¿qué es lo que ya no sirve y hay que soltar?

Algunas intuiciones al hilo, solamente observando desde la ventana de Santiago en Chile:

-Es necesario aprender una forma de comunicación donde el gran acento está en la escucha, comprender al otro, no necesariamente para estar de acuerdo, pero sin ello no se construye nada. La maestra dialéctica ha sido superada, aprendimos que la tesis frente a la antítesis generan síntesis, pero también rivalidad, opuestos, blanco y negro, izquierda y derecha, distancia… ahora nos vemos y somos mucho más que ideas, somos personas, sujetos que construyen y quieren construir. No debe, ni puede ofenderme el otro, debo yo aprender a escuchar y hacerme cargo de lo que me desafía. El desafío me estimula, la rivalidad lleva al odio. Nadie tiene la razón, todos tenemos la nuestra y también tenemos emociones, historia, casuística y nos necesitamos para integrar.

-Por ende, la comunidad, que no es escogida, es la que tengo cerca, en el barrio, en el edificio, en el trabajo, con ellos tengo que empezar a construir, a organizarnos para que la convivencia valga la pena, las cosas resulten. Sitiados por la coyuntura, las grandes ciudades se vuelven aldeas, me veo con el/la vecina(o) que piensa distinto pero seguramente queremos lo mejor ambos. En la calle gentes en masa, no tienen miedo a la represión, ni a las bombas lacrimógenas, a las balas, no tienen “nada” que perder. ¿Qué gestos podemos intercambiar con ellos para que vean que la calle, de la que arrancan la luminaria, apedrean y de la que saquean los almacenes, tiene habitantes?, ¿cómo empezar a vernos ahora que habíamos aprendido a no mirar?

-Esta es una comunidad donde todos aprendemos de todos, no tiene el adulto autoridad por serlo, ni el padre o madre por serlo, ni un sexo está por sobre el otro. Lo que cuenta es la disponibilidad de la presencia, intergeneracional y multitask, es necesario aprender de todo: a barrer, a compartir, a reciclar. Por décadas no hemos clasificado y separado por edades: tiempo de ir a la escuela, de tener o no tener hijos, de trabajar… Ahora no hay generaciones, nos reinventamos y mi maestro puede ser el que ayer recibió cátedra de mi.

-Desapegarnos a lo que consideramos “normalidad”, la normalidad se ha ido y ahora cada día es distinto y la única posibilidad de ser feliz… o no.

Elisabet Juanola

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Mujeres europeas en la encrucijada https://universitasalbertiana.org/2019/03/mujeres-europeas-en-la-encrucijada/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=mujeres-europeas-en-la-encrucijada https://universitasalbertiana.org/2019/03/mujeres-europeas-en-la-encrucijada/#comments Thu, 07 Mar 2019 17:28:26 +0000 https://universitasalbertiana.org/?p=5232

Señalaba Manuel Castells, en un artículo del 19 de enero pasado, que existe una auténtica “conspiración contra Europa”(1).  Según él, se está viviendo la pugna entre dos modelos culturales distintos y en muchos aspectos divergentes. Podría sintetizarse así: el modelo de la Europa más liberal, pluralista e ilustrada, puesta en jaque por los nuevos populismos xenófobos y ultranacionalistas. Estos últimos se autoproclaman defensores -a su modo- de la tradición judeocristiana, contra lo que consideran una invasión del Islam en territorio europeo. Un decidido impulsor de esta visión en Europa, según Castells, es Steve Bannon, exasesor de Donald Trump.

Cada uno de los modelos entiende de manera distinta la gestión de los intereses nacionales con el resto de los países. Pero también y sobre todo, contrastan en la comprensión de fondo sobre el ser humano, el mejor modo de construir sociedad, la familia y la relación entre hombres y mujeres.

Qué está en juego

El modelo originario de la Unión Europea nació para sostener la paz alcanzada, con una realidad nueva e integrada entre países “unidos en la diversidad”, tras las lecciones aprendidas en las dos guerras mundiales. Ese modelo entiende de manera inclusiva y abierta derechos fundamentales como la dignidad de todo ser humano, la libertad, la igualdad, la solidaridad, el Estado de Derecho, la ciudadanía y la justicia. En este conjunto se detectan rastros de la visión judeocristiana sobre la persona humana, el humanismo grecorromano y el pensamiento científico e ilustrado de la modernidad. Aunque no carece de defectos e incoherencias, este modelo ha creado sociedades que combinan la libertad económica, de pensamiento y expresión, con los mecanismos igualadores del Estado del Bienestar. ¿Y no es cierto que la acogida de los inmigrantes y una tensión hacia la justicia social son parte clave de esta manera de construir sociedad?

En esta pugna de modelos está en juego la redefinición del humanismo europeo del siglo XXI. Está claro que debemos perfeccionarlo, liberarlo del lastre racionalista y etnocéntrico, hacerlo avanzar hacia el futuro, conservando su capacidad de abrirse a lo distinto, de gestionar las diferencias, de cuestionarse a sí mismo, de hacer avanzar los modelos democráticos. Nos encontramos en esta disyuntiva: ¿impulsamos sociedades más abiertas, o nos reforzamos en lo que conocemos, lo cercano, lo que nos es familiar?  Aquí entra la relevancia de las mujeres.

Un aspecto clave de ese Occidente hoy cuestionado es que ha logrado -a veces con sangre- mayores cotas de igualdad entre los sexos y mayor corresponsabilidad entre todas las personas en los asuntos públicos. Queda mucho por recorrer, pero justamente por eso no debemos dar ningún paso atrás. La participación de las mujeres en todos los campos ha enriquecido mucho la administración pública, las empresas, la sanidad, el arte, el pensamiento, la ciencia, la enseñanza, la literatura… Sin idealizar a las mujeres -seres humanos con los mismos límites y tentaciones que los varones-, es evidente que la sociedad no podía avanzar si ellos seguían gestionando solos todo el espacio público. La aportación femenina está desplegándose y mostrando todo su valor. ¿Nos atrevemos a emprender juntas este discernimiento en común y participar en él con quien piensa distinto? Si somos capaces de gestionar nuestras diferencias podremos ayudar a los millones de mujeres que aún viven bajo el imperio de los varones de su entorno.

Obviamente en Europa hay mujeres que defienden ambos modelos de sociedad, tan divergentes entre sí. Pero sin caer en estereotipos, debemos aportar nuestras capacidades para dialogar entre nosotras, impulsando estrategias de diálogo social. Y desde los distintos estilos, defender a los más débiles -de cualquier etnia o lengua- en los entornos privados y públicos. Con nuestros hermanos varones debemos seguir revalorizando los espacios de intimidad que son las viviendas, así como el cuido del entorno y la ecología. Los días 8 de marzo deben servir para hermanarnos más entre nosotras y con ellos.

No podemos reducirnos a cultivar nuestra trayectoria individual, nuestra familia o barrio. Tampoco caer en las trincheras irreconciliables de las luchas de poder.

Las mujeres en Europa somos necesarias para construir, en igualdad con los varones, la sociedad plural y respetuosa del futuro, también fuera de nuestras fronteras.

La decisión es nuestra.

Leticia Soberón

(1)    Castells, M. https://www.lavanguardia.com/opinion/20190119/454199370917/conspiracion-contra-europa.html?utm_campaign=botones_sociales&utm_medium=social&utm_source=whatsapp

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El valor de la presencia https://universitasalbertiana.org/2017/02/el-valor-de-la-presencia-2/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=el-valor-de-la-presencia-2 https://universitasalbertiana.org/2017/02/el-valor-de-la-presencia-2/#comments Sat, 11 Feb 2017 19:25:59 +0000 https://universitasalbertiana.org/?p=4085

Hace ya tiempo que empieza a preocupar la invasividad de los móviles “inteligentes” en la vida cotidiana y presencial de las personas, familias, empresas, grupos. Por supuesto es muy visible en niños y jóvenes. Pero incluso los mayores pasamos la vida mirando esa pantalla pequeña que, como una bola de cristal, puede vehicularnos mensajes de todos los tipos y grados de importancia. Mensajes que deseamos o tememos, que nos alegran o estimulan, y muchísimos que no nos importan en absoluto. Al final del día hemos pasado varias horas mirando esa pequeña pantalla, saltando de un tema a otro y terminamos embotados y agotados. ¡Con frecuencia sin habernos comunicado bien con las personas que tenemos más cerca!

Esto le está sucediendo a los millones de personas que conforman la sociedad actual.

Es fácil echarle la culpa a “la tecnología digital”. Pero no nos damos cuenta de que el eje no es la tecnología: se trata de nuestro universo que de golpe está disponible a través de un solo artilugio. Es, ni más ni menos, portador del conjunto de relaciones personales y fuentes de información que nos configuran.

Por eso, para poder liberarnos del aturdimiento que provoca, es muy importante destrenzar los muchos elementos que convergen y se canalizan a través del smartphone. A veces es teléfono; otras periódico o revista; o el escritorio de la oficina; pantalla de televisión, pronóstico del tiempo, calculadora, juego solitario o colectivo… Y por encima de todo, es el canal de las conversaciones con las personas y grupos que forman nuestra red de relaciones. Los encontramos o nos llegan a través de mensajería instantánea y redes sociales.

Por eso este “teléfono” se transforma en un arma de dos filos. Al romper la dimensión “espacio-tiempo”, nos mantiene en numerosas conversaciones casi ininterrumpidas como en círculos concéntricos por grado de cercanía con personas y grupos que de otro modo simplemente estarían fuera de nuestro alcance y por ello de nuestra mente, al menos en el día a día.

Estas conversaciones tienen distintas cargas de emotividad, importancia y significación para nosotros, pero basta con que haya tres o cuatro que puntúen alto en estos criterios, para que la vida se nos vaya mirando y tecleando en el móvil. ¡Y de rebote, ajenos a las personas que tenemos más cerca!

El hecho de que esos diálogos duren indefinidamente les resta significación y valor. Además se nos multiplican hasta hacernos la vida imposible. ¿Nos extraña estar aturdidos cuando mezclamos y combinamos todo tipo de relaciones, informaciones y datos en el curso de un día, cuando nuestra posibilidad real de digerir la información es mucho menor?

Olvidamos que como seres humanos tenemos límites en nuestra capacidad de prestar atención, de elaborar y comprender los datos, de interactuar significativamente con los demás.

Qué paradoja: los teléfonos inteligentes pueden hacernos cada vez más tontos, y más insulsas nuestras conversaciones… si no los gestionamos adecuadamente.

Es necesario aprender cómo graduar del mejor modo las numerosas “presencias” de los demás en nuestra vida, y la nuestra en la de ellos, tanto en la vida física como en la digital… empezando por nosotros mismos, que somos una presencia necesaria a nuestro propio yo.

Tenemos que aprender a estar a solas, pensar a solas sin interferencias constantes. ¡Apagando o apartando el teléfono móvil!

Se ha discutido mucho sobre la “primacía de la presencia física” con otros, la importancia de estar-estando realmente con las personas que nos rodean. Pero eso supone filtrar, decidir y posponer las innumerables conversaciones abiertas con otros interlocutores. Dar a cada persona -física o digitalmente contactada- el valor y respeto que merece.

Seguro que esto nos ordena la mente y nos des-aturde.

Leticia Soberón

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Otra campaña electoral es posible https://universitasalbertiana.org/2016/09/otra-campana-electoral-es-posible/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=otra-campana-electoral-es-posible https://universitasalbertiana.org/2016/09/otra-campana-electoral-es-posible/#respond Sun, 11 Sep 2016 19:09:08 +0000 https://universitasalbertiana.org/?p=4189 Otra campaña electoral es posibleEstos días en España, después de dos intentos fallidos, estamos esperando que los partidos políticos se pongan de acuerdo para formar gobierno. En el caso de que no lo logren, nos amenazan con la convocatoria de unas terceras elecciones. La amenaza de las elecciones lleva consigo el que los ciudadanos tendremos que soportar una nueva campaña electoral.  No hay duda de que la democracia y su sistema de elecciones nos permiten cada 4 años dar o quitar la confianza a nuestros gobernantes, pero si abusamos del propio sistema la gente termina por cansarse y dejar de creer en la propia democracia.

Además, las últimas campañas electorales que hemos «sufrido»,  dejan mal sabor de boca. Por un lado se ha generado una cierta sensación de preocupación y tristeza y, por otro, de impotencia, pues la ciudadanía no termina de ver cuál puede ser la solución real a todo lo que está viviendo. Muchos gritos, descalificaciones, publicidades sensacionalistas…, pero pocos contenidos, que son los que realmente pueden ayudar a construir una sociedad más justa y en paz.

Parece como si las campañas electorales se plantearan como una especie de pequeña «guerra», un enfrentamiento entre contrincantes. Antes, uno tenía la impresión de que los contrincantes utilizaban municiones de pequeño calibre, pero ahora, desde el primer momento de la campaña, para descalificar y eliminar al contrario se usan las armas de mayor calibre. Es una lucha por demonizar al otro, para convertirlo en un enemigo del progreso, de los trabajadores, de los empresarios, de las mujeres, los hombres, de lo que haga falta para alcanzar el éxito final de la propia candidatura. Y, cuanto más poder tienen los que se enfrentan, con más virulencia se comportan en sus actos y declaraciones. Algunos dicen que no hay que preocuparse en exceso, porque el día de las elecciones se acaba la lucha, todo el mundo vuelve a sus cuarteles y recuperamos la vida parlamentaria. Es decir, el diálogo, los acuerdos, lo que haga falta. Pero las consecuencias del desgaste de la campaña cada vez son más patentes y evidentes, y lo que se ha defendido con tanto esfuerzo y pasión, difícilmente se detiene y menos se olvida. Por más que quieran los políticos, nada de lo que se dice, y sobre todo se insinúa en la carrera electoral, es en vano. La prueba la tenemos que cuando no hay mayorías claras, se vuelve una empresa titánica el poder formar gobierno. Seguimos en “estado de guerra”.

Después todo el mundo se queja de la creciente abstención o de que los ciudadanos se cansen incluso de ir a votar. Hemos oído tantas cosas de unos y otros, algunas tan fuertes, que nos generan temor, ante la posibilidad de que unos u otros lleguen, los próximos años, a  gobernarnos.  A los ciudadanos se nos pide que nos informemos y que nos formemos leyendo los distintos programas de los partidos, pero la gran aula de aprendizaje que debería ser una campaña electoral resulta muy decepcionante. Porque, de propuestas se oyen pocas, de los programas prácticamente no se habla, pero de todo lo malo de unos y otros aprendemos un montón. Y, ¿son estos los verdaderos valores para construir una sociedad mejor?  Si de algo sabe la ciudadanía es que el miedo, la desconfianza en el otro, nunca es buena base para edificar una sociedad en paz.

Y si esto acontece en la cúpula de la sociedad, es decir en la vida política, esta manera de hacer las cosas, se va trasladando a otros organismos e instituciones y llegando a todos los niveles de la misma sociedad.  Nos quejamos de que hay una gran crisis de las instituciones, pero no la podremos resolver sino empezamos por revisar las goteras que hay en el techo de la vida social. Sin esa reparación se va provocando una lenta inundación de desprecio, resentimientos, que impide construir el tejido social. Aún así, leemos en algunos medios de comunicación que no hay que preocuparse, que no pasa nada ya que  todo ello forma parte del juego democrático y que no tenemos que hacer caso excesivo de lo que se dice en una campaña electoral. Si los medios continúan con esta acción de banalizar las cosas, terminarán por banalizar la democracia.

Y la ciudadanía todavía anda más desconcertada cuando ve que muchos problemas de lo que está padeciendo y que se deberían afrontar con urgencia y contundencia, no se atienden por discusiones vanas y porque “tú eres más malo que yo”. Los problemas que padece la gente no son de tipo ideológico, sino humano y, ante determinadas situaciones de miseria, injustica, hambre, paro, etc., no podemos afrontarlo desde  visiones «partidistas». Los problemas los tenemos que «compartir», y si es posible, resolver desde la mayor unidad posible, porque ciertas situaciones demandan premura en su resolución.  Mientras algunos ciudadanos se mueren de hambre, los gobernantes se pasan el día discutiendo cuál es el grupo más preparado para ayudarles. El problema es que si tardan mucho en decidirse, ya no tendrán que preocuparse, porque el paso del tiempo suele resolver las cosas de manera impecable y trágica para los que sufren. Y esto es como la prueba del nueve, si no son capaces de buscar soluciones rápidas a las situaciones urgentes de penuria, ¿cómo nos vamos a creer que los supuestos enemigos se pondrán de acuerdo sobre cuestiones que necesitan del consenso de todos?

Si parlamento significa parlamentar, es decir hablar, dialogar, ¿cómo nos podemos creer que los que hoy se declaran enemigos casi diabólicos, sabrán hablar para buscar las soluciones a los temas que la sociedad les reclama? Hay que dar un salto cualitativo en las campañas electorales y en la vida parlamentaria, por el bien de los políticos y de los ciudadanos que aún creemos en los valores democráticos.

Jordi Cussó

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